20 febrero, 2011

NICOLÁS

Era uno de esos niños a los que tan bien les sienta el traje de almirante en la primera comunión. Tenía cara de señor mayor, de oficinista, de funcionario, de secretario municipal. Ya de bebé a su madre le ruborizaba darle el pecho y su padre, en esa situación, le miraba con cierto recelo, debo aclarar que injustificado, pese a que el infante se prendía al seno materno con una fuerza desmedida. En la escuela fue un niño aplicado y, desde los siete años, empezó a llevar pantalón largo. Su éxito con las mujeres fue escaso lo que le condujo a la misoginia y al escepticismo. Con el paso del tiempo su físico fue normalizándose con la erosión de los años en sus compañeros y la siempre igualitaria alopecia. Aquí lo vemos con un jersey de lana confeccionado por su madre y sin afeitar. Era un fin de semana de otoño de esos que nos predisponen a la melancolía y la filatelia.

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