26 septiembre, 2012

EL VAMPIRO DE LA ESTACION



EL VAMPIRO DE  LA ESTACIÓN

Al terminar la jornada
acudía a la estación y
allí,
sentado en un banco,
pasaba el resto del día.

Regresaba a su cuarto.

Se alimentaba de despedidas.
De rencuentros de otros,
de sus tristezas,
de sus alegrías.

Coleccionaba las miradas,
los besos,
los abrazos.

 En la soledad
nocturna,
recordaba.

Agotado
Por tantas emociones
se quedaba dormido.
                                                                                      ANTONIO SANTOS